Ego y reuniones
A nuestro ego le encantan las reuniones…
Las reuniones son lugares donde nuestro ego siente que debe hacer una aparición triunfal.
Cuando estamos frente a un grupo de personas tenemos temor a quedar como débiles o inseguros. No nos gusta que nuestra propuesta sea descartada en favor de otra mejor o que incluso sea recibida con un silencio embarazoso… Nos encanta hacer valer nuestras razones (¿excusas?) más allá de la concreta y válida aportación que supongan.
Da igual la agilidad de la metodología que estemos utilizando para llevar adelante el seguimiento o la entrega de un proyecto, las reuniones son el momento en que los egos afloran y pueden influir sobre la productividad real, alterando o difuminando los objetivos y el fluido desarrollo de las mismas.
Por suerte, el ego también tiene su lado bueno, pues tras él se oculta una faceta más positiva que puede resultar beneficiosa para todo el equipo. El ego es aliado de la autoconfianza e impulsor del rendimiento, así que las reuniones pueden ser lugares de auténtica colaboración, haciendo aflorar lo mejor de nuestra naturaleza y profesionalidad.
Por esta razón, lo interesante es darnos cuenta cuándo estos comportamientos tienen lugar.
Actualmente, las empresas comienzan a definir diferentes y novedosos hábitos para hacerles frente. Uno de ellos, que tuvimos la ocasión de practicar con un grupo de profesionales de un departamento de atención al cliente, consiste en empezar las reuniones con una ronda de comentarios de cada uno de los participantes sobre alguien a quien felicitar o agradecer algo. Esta práctica crea un ambiente de posibilidades abiertas y de gratitud, desviando la atención de las metas egotistas (egoístas) y reconduciéndola hacia las necesidades más amplias de la organización.
¿Qué tal los egos en tus reuniones? ¿Tenéis alguna práctica especial en tu organización?
Imagen: www.lavidadenicol.com